Quizás solo se trata de coger el tren correcto, o de perderlo. Puede que el coche se te averíe en el momento más inoportuno y puedes acordarte, no precisamente de forma amistosa, del mecánico que te dijo, hace apenas dos días, que todo estaba arreglado.
Y, quizás, tu coche sabía que debía volver a estropearse. Porque tenías que coger, precisamente, el tren de las 7:55h. Ese que, cada mañana, ves pasar por el espejo retrovisor mientras te pones el cinturón.
Ese que va repleto de personas somnolientas y con malas caras, porque es demasiado temprano. Ese en el que, justo hoy, te has dado cuenta de que hay un chico que, acompañado de su guitarra, entona una canción para intentar alegrar las mañanas a todos esos madrugadores que, como tú, van a trabajar o a estudiar o, quizás, a ganarse la vida. Como lo hacen Juan y su guitarra.
Ese muchacho ha conseguido sacarte una sonrisa. Y eso que parecía imposible. Normalmente, todo pasa por algo. Pero, si esta mañana se te ha averiado el coche, o has perdido el tren de las 7:45h., quizá, es porque estabas destinado a perderlo. O, quizá, era este, el de las 7:55h. el tren al que debías subir.
Fuente: Stellae |
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